En sus obras se manifiesta una constante necesidad de narrar historias inconclusas. Cada pintura funciona como un fragmento visual donde lo biográfico se entrelaza con lo ficcional, construyendo una entidad autónoma con una amplitud narrativa construida de manera deliberada y minuciosa. Evita la repetición y procura que el estilo personal no limite la libertad creativa: su obra debe adquirir vida propia, así como cada muestra individual suya ha tenido una impronta única y monográfica.
En estos distintos relatos de lenguaje pictórico persiste la condición humana y el intento permanente por dar sentido a aquello que nos constituye y que suele pasar inadvertido en una contemporaneidad asfixiante de la que nadie queda al margen. Son narrativas de interpretación esquiva que habitan espacios metafísicos y en donde no existe una verdad única e irrefutable, como en la vida misma.
